Datos personales

Capital Federal, Buenos Aires, Argentina
Adherente de la Asociacion Argentina de Salud Mental.(AASM). Miembro del equipo de Salud Mental del Centro de Salud Comunitaria N°36. Hospital Dalmacio Velez Sarsfield. Ex-miembro del Consejo de los Derechos de las niñas, niños y adolescentes. Defensoria de niñ@s y adolescentes. Psicologa Clínica en consultorio Posgrado en Clínica Psicoanalítica. ICBA - EOL. Posgrado en Clínica psicoanalítica de niños y adolescentes. Fundación Espacio Analítico. Capital Zona Villa del Parque/ Villa Devoto/ Santa Rita/Monte Castro/Flores/Floresta/1° Junta/Caballito/Almagro. Movil para consultas: 155-606-5438.

martes, 12 de agosto de 2008

EL PEQUEÑO GRUPO MONOSINTOMATICO DE ATAQUE DE PANICO

X JORNADAS EOL ROSARIO

EL PEQUEÑO GRUPO MONOSINTOMÁTICO DE ATAQUE DE PÁNICO

En el libro “La Urgencia Generalizada”, Guillermo Belaga dice en la presentación: “¿Cómo se manifiestan en las consultas cotidianas, como subyacen los nuevos síntomas?. En este sentido, la “incertidumbre fabricada” está en el relato de los pedidos de atención ligados a lo contingente, al acontecimiento, a la urgencia. Mientras que el otro se deduce de lo que llamaríamos “el delirio de identidad” expresado en el “soy toxicómano”, “soy anoréxico”, “soy normal”, etc”. Luego dirá que “el delirio de identidad implica de por sí situarse fuera del Otro ...es la ligazón del sujeto a un goce de la identidad que hace obstáculo a que se produzca un pasaje al Otro, lo que explica también el problema para la entrada en tratamiento de estos sujetos”.
El Grupo monosintomático tiene sus raíces en la época del Otro que no existe, lo que permite una identificación horizontal y anónima al grupo. Es por este motivo que se podría considerar a lo monosintomático como una respuesta social a la inconsistencia del Otro, obteniendo el sujeto una identificación que borra cualquier posibilidad de rasgo particular, dando lugar a una paradoja de la época en la cual el individualismo coincide con el máximo de universalismo. Esta particular paradoja abre la interrogación de cómo el psicoanálisis puede intervenir o actuar para producir la división subjetiva.
El Pequeño Grupo Monosintomático de Ataque de Pánico es un dispositivo clínico que funciona en el Hospital Central de San Isidro, trabaja junto con el equipo de admisión y se ofrece como un espacio posible para alojar un padecimiento denominado “ataque de pánico”. El modelo de este dispositivo clínico es tomado de una experiencia que se lleva a cabo en Italia para el tratamiento de trastornos alimentarios realizado por Massimo Recalcati.
En nuestra experiencia el equipo de admisión recibe la demanda al Otro de la Institución Hospital y es quien, de alguna manera, favorece que la identificación con la que viene el paciente se conserve y no se conserve a la vez, ya que le hace saber al paciente que va a participar de un grupo en el que los participantes padecen de lo mismo. De esta manera, lo que hasta ahora era una identificación anónima y dispersa en lo Social, se transforma en un pequeño grupo que funciona en determinado día y hora, y con determinado número de integrantes, no más de cinco.
De esta manera es cómo el analista recibe al grupo monosintomático que tiene además la característica de ser un grupo semiabierto ya que pueden ir ingresando pacientes en distintos momentos y la salida es uno por uno. Esta particularidad del grupo de alguna manera anticipa que la salida no es por vía de conservar la identificación sino que, por el contrario, se trata de ir favoreciendo el tiempo de comprender y el tiempo de concluir.
Luego de la intervención que realiza el profesional del equipo de admisión, el analista apuntará a producir un vaciamiento de la identificación y contará con un operador privilegiado que es el deseo del analista apelando a los significantes propios de cada paciente. Hay una definición del deseo del analista que hace J. A. Miller en la “Teoría de Turín” que resulta muy pertinente para el trabajo con el pequeño grupo: “Este deseo, no es por ello un deseo puro. Es el deseo de separar el sujeto de los significantes amos que lo colectivizan, de aislar su diferencia absoluta, de circunscribir la soledad subjetiva, y también el objeto plus de gozar que se sostiene de ese vacío y lo colma a la vez”.
Por otra parte y en ese mismo texto J. A. Miller se refiere a que el grupo (la Escuela) es interpretable y que el lugar del Ideal, en un grupo es un lugar de enunciación. “A partir de allí pueden concebirse, practicarse dos modos diferentes de enunciación. Hay un discurso que consiste en oponer “nosotros” a “ellos”... intensificando la alineación subjetiva al Ideal. Pero desde el lugar del Ideal puede emitirse un discurso inverso, que consiste en enunciar interpretaciones. Interpretar el grupo es disociarlo y remitir a cada uno de los miembros de la comunidad a su soledad, a la soledad de su relación al Ideal. ...El segundo discurso es interpretativo y desmasificante. Es un análisis de la sugestión del grupo”.
Antes de iniciar el trabajo clínico del dispositivo hemos definido las pautas con las que el equipo de admisión derivaría pacientes para este espacio:
1- 1- Podrían participar del dispositivo aquellas personas que autodefinieran su padecer como “ataque de pánico”.
2- 2- El equipo de admisión debería verificar estructura de neurosis. No agrupamos ni por sexo ni por edad.
3- 3- El pequeño grupo no contaría con más de 5 personas.

Si bien el pequeño grupo favorece la identificación horizontal entre los integrantes y esto permite de alguna manera cierto efecto terapéutico. En nuestra experiencia entendemos que el relato tiene una erótica que produce al paciente una pacificación subjetiva importante. Podría compararse a lo que dice Jean Allouch en su libro “Erótica del duelo en tiempos de la muerte seca”: “El deudo efectúa su pérdida suplementándola con lo que llamaremos “un pequeño trozo de sí”; este es el objeto propiamente dicho de ese sacrificio de duelo… Erotizado (de otro modo no se advierte de qué habría una perdida pura) ese pequeño trozo de sí requiere una erótica del duelo… surge así la cuestión del falo en el seno mismo del espantoso sufrimiento del duelo”.
Viñetas Clínicas
Caso E

E es una mujer que de 41 años que sufre su primer ataque de pánico al salir de su trabajo: “Me agarró miedo, pedía auxilio, me aferré a que alguien esté a mi lado, sino me muero”. Al momento de la consulta toma medicación y visita varias especialidades médicas intentando encontrar alguna enfermedad física.
Está casada y tiene 2 hijos. Trabaja en una empresa de limpieza y en distintas casas de familia. Al momento de la consulta es el sostén económico de la familia ya que su marido se encontraba desocupado. Supone que el ataque de pánico está referido a una afección cardiaca lo que implicó que tuviera que disminuir su esfuerzo físico en el trabajo.
Es en la empresa de limpieza donde E comienza a hablar de sus embrollos subjetivos, ubica en el centro a su Jefe y a partir de él se identifica y se diferencia de sus compañeras. Se pregunta si es tenida en cuenta cuando él dice que no sabe donde “ubicarla” ahora que debe hacer tareas livianas. También supone que él obtiene un plus de ganancia cuando demora el pago del salario. Teme enojarse exageradamente con él, aunque se muestra rebelde en discusiones que mantienen. Se diferencia de sus compañeras en la relación que tienen con el jefe. Dice: “A mí, me trata distinta. Yo no le chupo las medias. Él es hombre y ellas son mujeres. Yo también soy mujer pero no me va esa horma, yo demasiado tengo con mi casa”.
Su marido consigue trabajo y de esta manera ella siente que queda desacomoda al tener que pedirle dinero: “Antes yo manejaba todo, él solo era una figura”. Simultáneamente a esto, empieza a aparecer cierta preocupación por su aspecto femenino: ante una fiesta de casamiento anhela comprarse un vestido escotado. Teme que a su marido le parezca provocativo, dice: “si lo usa otra seguro que la mira”. Recuerda que una vez su padre le prohibió usar una minifalda. Se reconoce conservadora con su ropa y con su cabello que siempre tiene atado.
E reconoce que se siente mejor y que como trabaja menos decide terminar la escuela secundaria. Si bien para su marido no es importante, ella comienza a dar materias de manera exitosa.
Imprevistamente su marido se queda sin trabajo. Se autoriza en el grupo a que en esta oportunidad E no llenará el agujero económico y reafirma su decisión de estudiar, siente bronca por la posición que toma su marido. La intervención abre una pregunta: ¿habrá algo que usted pueda hacer para que su marido no se sienta tan impotente ante la falta de trabajo y pueda encontrar uno?.
E desde hace tiempo ya no toma medicación y continúa concurriendo a las reuniones semanales.
Caso R
R es una mujer de 40 años. Sufre de ataques de pánico desde hace muchos años. Cuando se integra al grupo estos episodios se producían los fines de semana y terminaba en la guardia del hospital.

Vive con su marido y 4 hijos. Desde hace 3 años su marido pierde el trabajo. R trabaja de empleada doméstica y es quien sostiene económicamente la casa. Mientras el trabajó él se quedaba con una parte del salario para gastar los fines de semana cuando salía solo y el resto se lo daba a R para que lo administre.

R relata al grupo lo que descubrió hace varios años: su marido consumía cocaína y la engañaba con una prima lejana. Si bien se queja de que lo que cobra es escaso, ella sabe que hoy si su marido necesita dinero se lo tiene que pedir. Dice: “me gustaría que consiga un trabajo, aunque de esta forma él sufre y además no puede salir. Lo que hizo no lo olvido ni lo perdono”.

En una reunión, después de haber estado en la guardia el fin de semana, dice que la angustia que ella siente es igual a la que sentía cuando la madre llegaba tarde para buscarla a la salida del jardín de infantes y sus compañeritas ya no estaban. Recordar aquellos episodios dieron por terminado las visitas a la guardia del hospital.

R vive anhelando ir a la provincia donde vive su padre, a quien no ve desde hace 12 años. Nunca termina de juntar el dinero para el pasaje y tampoco acepta la ayuda económica de sus hermanos para tal fin.

Respecto a la medicación, R la toma solamente cuando se angustia.

En las reuniones R se muestra muy compañera del resto del grupo y cuando le toca hablar sus temas siempre giran en torno a lo mismo: su alegría por no tener ataques de pánico, las deudas que pudo o no pudo pagar, la impotencia laboral en la que se encuentra el marido y cada tanto su deseo de ir a ver a su padre. Sobre el último tiempo una pregunta empieza a esbozar: “¿hasta cuando tengo que venir?”

Si bien se mostraba receptora de los consejos de las compañeras del grupo y de intervenciones que intentaban conmover algo de su posición, no pudo lograr hacer ningún movimiento subjetivo en este sentido.

Un día anunció que no iba a venir más. Agradeció al grupo y a los terapeutas. También dijo que la medicación la tomaba cuando había alguna cuenta que no podía pagar.

Coordinadores del Pequeño Grupo

Andrea Ponzanessi : 156-166-3581
Jorge Faraoni :

Equipo de Admisión:

Ignacio Penecino
Raúl Solari

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